La llegada de un cachorro a casa es emocionante, tierna… y también desafiante. Más allá de la ilusión, criar bien a un perro desde sus primeros meses es clave para que crezca sano, equilibrado y con buenos hábitos.
Lo primero a tener en cuenta es que los cachorros están en una etapa de aprendizaje intenso. Todo lo que vivan durante los primeros meses dejará una huella emocional y conductual duradera. Por eso, es fundamental crear un ambiente seguro, amoroso y estructurado desde el comienzo.
Un buen punto de partida es establecer rutinas claras: horarios de comida, momentos de juego, tiempos de descanso y salidas regulares. Esto no solo los ayuda a entender lo que se espera de ellos, sino que reduce su ansiedad y favorece la adaptación.
También es importante comenzar con la socialización: exponerlos de forma gradual a personas, sonidos, otros animales y distintos ambientes. Esta etapa crítica —que va aproximadamente desde las 3 hasta las 14 semanas— define cómo el cachorro se relacionará con el mundo más adelante.
En paralelo, se deben iniciar los primeros hábitos de aprendizaje: dónde hacer sus necesidades, cómo relacionarse con la familia, cuándo morder o no, cómo gestionar la frustración o el aburrimiento. Todo esto se enseña con paciencia, refuerzo positivo y mucha coherencia.
Por último, contar con acompañamiento veterinario desde el inicio —para guiar el plan de vacunación, la alimentación y el seguimiento del crecimiento— es clave para un desarrollo saludable.
Criar un cachorro no es solo jugar con él. Es construir las bases de un vínculo que durará toda la vida.








