Cada vez más personas compran para sus mascotas con la misma lógica con la que compran para sí mismas: buscan diseño, calidad, identidad, historia y emoción. Los productos que despiertan una sonrisa, que remiten a recuerdos, que son visuales o “instagrameables” están ganando protagonismo en el mundo pet.

Esto se traduce en juguetes con formas originales, collares con patrones únicos, camas con diseño moderno, dispensadores con estética minimalista, y más. Ya no alcanza con tener lo básico. Los clientes quieren productos que expresen algo de su vínculo con su mascota.

Para los pet shops, esta es una gran oportunidad. Crear una sección curada de productos con valor emocional puede diferenciarte de la competencia, generar mayor ticket promedio y favorecer la fidelización. Los dueños no solo buscan cubrir una necesidad funcional, sino también compartir momentos especiales, sumar belleza a su casa o hacer un regalo lleno de afecto.

Además, estos productos suelen tener excelente recepción en redes sociales: cuanto más visuales, más compartibles. Una tienda que apuesta por este tipo de artículos puede generar contenido atractivo, posicionarse como moderna y conectada a las nuevas generaciones de pet‑parents.

Lo emocional vende. Y en el mundo pet, donde los vínculos son intensos y reales, saber leer esa emoción puede ser la diferencia entre una tienda más… y una tienda inolvidable.